Por: Ariela Collins
Los trabajos y las tareas laborales siempre estuvieron en constante cambio. Pero hoy, la velocidad de los mismos y la tecnología, son sus grandes transformadores. La evolución de los mercados y la aplicación de nuevos conocimientos impulsan a las empresas a que se adecuen en forma rápida y constante.
Mientras esto sucede, la educación formal necesita actualizarse al mismo tiempo para que los estudiantes reciban contenidos y metodologías que los acerquen más a los requerimientos de las industrias y servicios en los que van a participar.
Las empresas y el sistema educativo deben estar cada vez más cerca para acompañar, ya desde la escuela secundaria, a los futuros profesionales. Así, los estudiantes podrán pasar de una educación “pensada para otro mundo” a otra que los ayude a entender los nuevos desafíos y saber cómo aplicar efectivamente lo aprendido.
De allí el interés de las empresas en pedirle a las organizaciones educativas la formación de personas que, al concluir sus planes de estudio, comprendan y estén listas para los puestos de trabajo que se van a necesitar en el mercado.
Algunos profesionales de Recursos Humanos todavía siguen buscando candidatos en función de lo que esas personas estudiaron. Y esto está bien para muchas profesiones y sobre todo para aquellas que requieren de título habilitante. Pero no se debe extender este sistema de búsqueda a otros sectores.
La tendencia cada vez más creciente, y sobre todo en nuevos puestos de trabajo, es determinar cuáles son los skills necesarios que una persona debe tener para desarrollar de manera correcta lo requerido para su posición laboral. Más allá del tipo de educación formal recibida, es fundamental saber si sus habilidades y características serán de utilidad no sólo para la tarea a desarrollar sino para futuros cambios.
Hubiera sido ideal que siempre se buscara a las personas en base a sus skills. Pero sin duda alguna, hoy estamos en un momento donde el entorno muestra esta necesidad de manera más clara y reclama su adopción.
En la cada vez más demandante industria tecnológica tal vez se mantengan mucho de los puestos actuales pero seguramente serán necesarios nuevos skills para poder desempeñarse con éxito. También, y en base a nuevos desarrollos, ya se solicitan habilidades tan específicas y recientes que todavía no forman parte de ningún plan de estudio y sólo se encuentran en la experiencia.
En medio del vértigo de estos cambios, el ser humano tiene la habilidad para transformarse, readaptarse y encontrar nuevos lugares para seguir realizándose. Podrá sumar nuevas habilidades y entender sus nuevos roles teniendo en cuenta las necesidades del mercado.
Tan es así que, hasta la función Recursos Humanos también cambió. Hace 40 años no existía en las compañías. Sólo había oficinas o departamentos de administración de personal: liquidación de sueldos, legajos, legales y no mucho más.
Al aparecer la necesidad de gestionar las personas que componen una empresa, se reformuló toda un área que sigue cumpliendo con sus tareas anteriores pero agregando características —por ejemplo, planes de carrera y de desarrollo, que contribuyen a un trabajo mejor.
La capacidad de adaptación no depende principalmente de la edad de las personas sino que ver con la habilidad para incorporar nuevos conocimientos y desafíos a sus vidas. Por eso es que las compañías ya empezaron a entender que la diversidad de edades, de orígenes y de carreras, entre otras diferencias, contribuye al éxito de su negocio. Mientras tanto, existen empresas que siguen apostando a perfiles más jóvenes con la idea de que se van a adaptar mejor a las nuevas tecnologías y a los cambios que aparezcan.
La habilidad de cambiar y de reconvertirse en el trabajo es la capacidad de sentirse cómodo con lo incómodo. Y esto no es característica de una edad determinada sino de una forma de vida.
A medida que se avanza no se debe perder nunca de vista que en el centro de todos los cambios están las personas. Quienes entienden esto saben que sólo de una buena gestión de esas personas aparecen resultados positivos.
Aunque parezca básico, es importante ver y analizar cómo nos comunicamos y relacionamos, saber qué nos hace felices, qué metas tenemos, qué cosas nos gustan aprender, quiénes son nuestros afectos, qué nutre nuestra vida y cómo ayudo al otro. Así podemos conocernos y estar abiertos a los cambios sin dudas ni temores.